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Cuando Jotán oyó esto, se paró sobre el monte Guerizín y gritó para que lo oyeran los hombres de Siquén:

«Si les interesa la bendición de Dios, escúchenme.

»Una vez los árboles decidieron elegir un rey. Primero se dirigieron al olivo, pero este se negó. “¿Debo dejar de producir el aceite que Dios y el hombre bendicen sólo para ser grande entre los árboles?”, preguntó.

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